21/7/15

Vanidad en las niñas: Límites del cuidado personal


Vanidad en las niñas: Límites del cuidado personal

abcdelbebe.com.-Diana Bello

La presentación personal, entendida como la forma en que una persona se muestra en su vestimenta, aseo y cuidado, es fundamental y se considera un reflejo del respeto que cada quien siente por sí mismo. La vanidad, en cambio, es la confianza excesiva en la atracción causada hacia los demás. Cada concepto debe inculcarse desde la primera infancia en su justa medida.

Es precisamente en esos primeros años de vida, entre los 2 y 5 años, que los niños empiezan a imitar conductas que ven en los adultos, y así, poco a poco, se forman una imagen de cómo cuidarse y mostrarse en el medio en que se desenvuelven.

“A los 2 años, aunque aún no entiende el concepto de vanidad, la niña aprende a explorar y discernir a través de la imitación. Luego, hacia los 3, aparece el juego simbólico, en el cual ella se sentirá motivada a pintar, vestir o peinar una muñeca como una conducta aprendida de su mamá o de otros modelos”, explica Elvia Cuartas Nieto, terapeuta ocupacional, transpersonal y directora de Trisquell Armonía en la Tierra, Centro de Medicina Holística.

De acuerdo con la especialista, en esas edades las niñas solo están copiando, jugando y explorando, pero no tienen la intención de ser vanidosas. Mientras que, hacia los 5 años comienzan a imitar conductas sociales de forma consciente, y si son estimuladas frecuentemente con respecto a la vanidad profundizarían en ese aspecto en años posteriores.


¿Cuál es el equilibrio?

Según Miguel De Suviría Samper, psicólogo y director de la Fundación Alberto Merani, la etapa de los 24 meses es crucial porque en ese periodo se da la identidad de género, es decir, la identificación de cada persona, como mujer u hombre, siendo el aspecto físico uno de los más evidentes.

“Prácticamente todas las niñas entre los 2 y 4 años se miran al espejo, le preguntan a su mamá si son o no bonitas o si lo es su vestuario, porque hay una inclinación natural y también impuesta por la sociedad a centrarse en ese aspecto”, recalca.

Sin embargo, hay que diferenciar muy bien la conducta de cepillarse los dientes, peinarse o ponerse un vestido bonito como señales positivas de autocuidado al basar la vida en la apariencia física. “El límite se pasa cuando el único valor o mérito de una niña, que destacan sus familiares, es su belleza, cuando debe tener 50 cualidades más”, insiste el profesional.

Llegar a ese punto es dejar de reconocer a una persona como un ser integral, que no solo aporta a la sociedad desde un punto de vista, sino desde muchos. Por esta razón, la recomendación es mostrarle a la niña desde temprano que es valiosa por un cúmulo de cualidades, en ocasiones tan importantes o más que la belleza.

La manera correcta de hacerlo es evitando conductas dañinas como, por ejemplo, comparar su belleza con la de otras, especialmente de las hermanas o familiares más cercanos; o no dejar que se vea y exprese como niña, incitándola a adoptar conductas propias de una mujer, como maquillarse. “El mensaje implícito que recibe

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